miércoles, 26 de octubre de 2011

Mi primera madre.

Francisca, la yaya.

   Se suele decir que las abuelas son la segunda madre de una persona, pero para mí tú has sido tan importante, que puedo afirmar que has sido mi primera madre. Sin tu valor, el de fugarte con mi abuelo cuando tú estabas viuda y él separado pero sin poder casaros por la iglesia, aunque la sociedad de tu época no lo aprobaba, apostaste por vuestra felicidad, tuviste el suficiente coraje para meter tus escasas pertenencias en un petate y empezar una nueva vida a su lado, engendrando así a mi madre y sus hermanos.
  Sobreviviste a una guerra civil, al hambre y las privaciones que sufriste junto a tu madre y tus hermanos, al perder tu padre en la guerra. Cuando las cosas en tu Granada no fueron bien, lo volviste a hacer, coger tus bártulos, a tu marido y tus cuatro hijos, y venirte a Cataluña, sin conocer ni el idioma... Otra vez, tu valentía hizo que mi madre y mi padre se conociesen, y que tus hijos se casaran y empezasen sus vidas familiares a tu alrededor.
  Aunque no todo fue un camino de rosas... mi abuelito Enrique, a quien no conocí, tuvo una embolia y se quedó mudo y paralizado de un lado, pero tú le cuidaste y ayudaste el tiempo que siguió viviendo. Cuando nacimos tus seis nietos nos cuidaste, mi hermano y yo tuvimos más suerte porque vivíamos con mis padres en tu casa. Pero a todos nos querías igual, y preguntabas por los que no estaban...
  Uno de tus hijos se enfadó porque mi madre y su mujer discutieron, y estuviste muchos años sin verle, ni saber de él ni de sus dos hijos. Por eso no los he contado.
  Tú nos hiciste dar valor a comer cada día y tener una camita calentita donde meternos... a poder jugar y no ser niños que, como hiciste tú, trabajaran de sol a sol en el campo, ya lloviese o hiciesen cuarenta grados.
   Tu compañía, tu sentido del humor, tus ansias de viajar, tu curiosidad han sido una alegre e importante ejemplo para quienes te conocemos y queremos. Porque a pesar de tener problemas de artrosis, siempre tenías una historia divertida que contarnos, porque compartías tus cosas con nosotros, sin reservas, porque cuando nuestros padres nos reñían, siempre nos defendías aunque no tuviésemos razón.
   Por todo eso, te quise, te quiero y te querré cada día de mi vida.

2 comentarios:

  1. Ena,que bueno que nosotras hablamos de estas cositas asi te puedes expresar por aqui...está lindo!!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias, guapa! Me alegro de que te gustase. Un beso.

    ResponderEliminar